
Al igual que otras muchas veces, a cualquier lector o cinéfilo seguro que le ha pasado, sabía de este hombre pero realmente no hilaba quien era. No fue hasta años más tarde, más por casualidad que otra cosa como tantas veces pasa, que empecé a leer sus historias. La temática que trataba era predominantemente gay (Ralf König es homosexual) y siempre desde un punto de vista bastante irónico, aunque muchas de las cosas que contaba realmente eran bien cercanas y con un tanto por ciento que a nadie se le escapa que debía ser totalmente autobiográfico.
Cuando me llegó la nota de prensa de Arquetipo me extrañó un poco. ¿Ralph König repasando la biblia? No sé, no me pegaba pero en fin… tampoco que lo hiciera Robert Crumb (leyendo Tus ganas de vivir me horrizan de Editorial Dolmen para reseñarlo).
Según abrí el paquete con el libro me puse a devorarlo, me podían las ganas. Ya desde el principio, y nunca mejor dicho ya que empieza con la nada y justo después con Adán, nos encontramos con unas páginas llenas de humor, sátira y una muy hermosa crítica hacia muchos de los conceptos que actualmente parece vendernos la iglesia.
Aquí no encontramos a un Dios que manda y ordena, tampoco a un demonio que es realmente malo, de hecho el primero podría decirse que está “jubilado” y el otro hasta le ayuda en sus quehaceres diarios. Tal y como nos hace ver König, su idea es que realmente el mensaje que Dios nos pudo enviar fue uno, pero que la tergiversación que ha sufrido ha sido culpa nuestra y de la gente que dice hablar en su nombre.
Justo aquí es cuando aparece Noé que pide a su Señor que se lleve al mundo por delante, que todos estamos pervertidos y depravados, solamente él y sus allegados merecen salvación. Pide un diluvio, que ahogue a todos, ya sabemos el final de esa historia ¿no?
Mientras lo estaba leyendo me vino a la cabeza la película Dogma de Kevin Smith. Quizá solo sea una errónea percepción mía, pero creo que el mensaje de ambos es el mismo. Existe un mensaje, amaos los unos a los otros según las enseñanzas de Jesús, pero gran parte de lo que hoy en día parecen esas palabras es culpa de todos los intermediarios que ha habido por el medio.
También me vino la frase que dice El Metratón (que interpreta Alan Rickman) “Noé era un borracho y construyó un arca”. Así sale aquí reflejado, quizá igual de sátiro que las ciudades de Sodoma y Gomorra (si es que eran tal) pero gritando los defectos de los demás, para ocultar los suyos propios.
Como apunte decir que El Metatrón es considerado el escriba de Dios, sentado junto a él, transmitiendo sus órdenes a los ángeles. En la película de Kevin Smith lo identifican con La voz de Dios. Todo esto es muy largo, pero ya lo contaremos en otro texto, que da para mucho.
Las páginas que conforman este cómic son en el habitual blanco y negro del autor, con su conocido estilo caricaturesco y con los habituales tics que tiene.
Un interesante alegato a favor de las creencias pero no de quienes las manejan, con el conocido humor que siempre está presenta bajo la plumilla de Ralf König que asegura un gran rato de diversión.
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