
Con un par de días de retraso (mis jefes tienen la absurda política de no pagarme si no trabajo) llega mi columna semanal, dedicada en esta ocasión a un personaje colectivo, de cómic, e infantil: los Pitufos. Ahí es nada. ¿Y por qué los Pitufos? Porque son grandísimos personajes. Si no os lo creéis, dadle al botón.
Los Pitufos, creación de Pierre Culliford, más conocido como Peyo, aparecieron por primera vez como secundarios en la serie humorística de ambientación medieval “Las aventuras de Johan y Pirluit”, a finales de los años 50. En estos cómics se les presentaba como una raza de duendecillos azules cuyo líder, que representaba el papel del “anciano de la tribu”, presentaba notables conocimientos de alquimia y magia con los que ayudaba a los dos protagonistas de la mentada historieta. Pronto ganaron gran popularidad, por lo que obtuvieron una serie propia. Las tramas, aparentemente sencillas, mostraban la vida diaria de estos simpáticos hombrecillos azules con escaso sentido de la moda, que convivían, se metían en líos, se topaban con curiosos artefactos mágicos, hablaban en su extraña lengua pitufa y trataban de sobrevivir a los continuos ataques del malvado brujo Gargamel. Todo muy infantil y muy inocente, al menos a simple vista. Sin embargo, no hay que dejarse engañar por su estética bobalicona y amable, ni por la explotación mercantilista y la proliferación de personajes absurdos que provocaron los herederos de Peyo tras la jubilación de éste, ni mucho menos por la serie de dibujos de Hanna-Barbera que, si bien les proporcionó popularidad a escala internacional, mató buena parte de su esencia original.
Las historias originales de los Pitufos destacan, sobretodo, por la profundidad de sus temas. De la misma manera que hoy nos sorprende la crueldad de los cuentos infantiles, con una Cenicienta sometida a todo tipo de abusos físicos y mentales, un lobo comiéndose sangrientamente a todo tipo de personajes animales y humanos, flautistas secuestrando niños, padres abandonando a su suerte a Hansel, Gretel, Pulgarcito, sus hermanos y un largo etcétera de barbaridades más, las historias de los Pitufos hablan de dictaduras, de violencia sin sentido, de ambición y avaricia, de políticas lingüísticas, de guerra de sexos y otras cuestiones que, a día de hoy, no nos parecen tan inocentes.
La Aldea Pitufa vs. La Aldea Global
Las aventuras de los Pitufos transcurren en la Aldea Pitufa, perdida en algún lugar del País Maldito, al que sólo se puede acceder mediante artes alquímicas, con la guía expresa de algún pequeño nativo azul, o a lomos de un dragón. Esta diminuta población viene a ser una metáfora de la comunidad humana. ¿No os lo creéis? Pues comprobadlo vosotros mismos. Se ha especulado mucho sobre si la aldea viene a representar una comuna o un gulag, en general un modelo de convivencia con vocación comunista en la que cada uno cumpla su papel en pro del bienestar común. Sin embargo, ¿no es eso lo que se hace en cualquier pueblo o aldea? ¿No hay un panadero, un maestro de escuela, un carpintero...? ¿No hay un alcalde, un borracho, un tonto del pueblo? En mi opinión, la Aldea Pitufa sigue el modelo simple de comunidad rural, exagerando los arquetipos de sus habitantes para poder aprovechar las características de cada uno dependiendo del interés que tengan dentro de una determinada historia. Sin embargo, cada uno de ellos no funciona como personaje independiente. Aunque algunos son protagonistas de determinadas narraciones o, como mínimo, juegan un papel predominante en ella, sus pequeñas aventuras en estos casos suelen estar centrados en la superación personal. Los cómics más interesantes y maduros, por el contrario, suelen tener protagonista colectivo, hablan de temas más maduros (la ambición material en el caso de “El Huevo Mágico”, el abuso de poder en “Su Pitufísima”, la violencia en “Los Pitufos Negros” o los conflictos lingüístico-nacionalistas en “Pitufo Verde, Verde Pitufo”) y se resuelven cuando el Gran Pitufo (según la traducción original del cómic) logra tras muchos esfuerzos devolver la cordura a sus pitufitos a modo de voz de la razón.
La Pitufita, una mujer moderna
Mención aparte merece uno de los personajes más controvertidos: la Pitufita, o Pitufina, como se la conocería en la serie de animación. Esta mini rubia explosiva aparecería por primera vez en la historieta del mismo nombre. Su origen es simple: los Pitufos no tienen sexo (como se comprueba en “El Pitufo Número 100”, a los bebés los trae la cigüeña sin mediación alguna de ningún individuo o par pitufo), por lo que el malvado Gargamel decide crearles una mujer que siembre la discordia y cree el caos en la pacífica comunidad. Sin embargo, la tratan tan bien que les coge cariño, se arrepiente de sus actos y termina convertida en una hermosa jovencita a la que todos adoran. ¿La moraleja? Niña, los hombres son una panda de descerebrados que bailarán al son que les marques. No abuses de tu poder y nos irá mejor a todos. ¿Machista? ¿Lamentable? Es probable, pero también es un reflejo de la realidad: la visión de la mujer durante el siglo XX fue la de seductora superficial y semi descerebrada que se alimenta de la atención ajena, y es un modelo que sigue gozando de buena salud. Si no estás de acuerdo, piénsatelo dos veces antes de comprarle a tu sobrina estas Navidades la Bratz que te pidió, porque le estarás vendiendo exactamente eso.
Con todo esto pretendo demostrar que las historias de estos seres, por tanto, están más cercanas al folclore popular que al panfleto político, como se le ha tratado de achacar en alguna que otra ocasión. Aunque son infantiles, efectivamente, y tienen como objetivo moralizar, o precisamente por eso, no se les puede considerar como un mero divertimento superficial. Son historias costumbristas bien hilvanadas, cuentos populares revisitados, y una lectura mucho más compleja de lo que pueda parecer a simple vista. Así pues, os recomiendo que no os quedéis en las camisetas, los peluches, los muñequitos coleccionables, el material de papelería o en la serie de dibujos. Echadle un vistacillo a los cómics, y tal vez os llevéis una sorpresa.
2 comentarios:
Me dejas perplejo con tus textos,da gusto leer cosas así, y eso que a mi la lectura me cuesta mucho :$ .
Buen trabajo...
Bueno Patu, ya sabes que mi amor por los Pitufos es parejo al tuyo y solo me resta decir (de nuevo) que genial.
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